La lectura que traigo hoy desde el recuerdo me ha inspirado un sentimiento más reivindicativo que nostálgico. Por eso quiero empezar este comentario refiriéndome al responsable de tal emoción, el autor de las ilustraciones de las Mil y una noches publicada por editorial Nauta en 1968: Josep Narro. Es un pequeño tributo a un artista tan magnífico como olvidado, y se lo dedico a una ilustradora valiente y luchadora, Laia Codina (Cucatraca), que ha apostado por dedicarse a este mundo capaz de abrir una de las varias puertas que nos conducen a la magia.
Los dos volúmenes de Las mil y una noches que ocupaban una de
las estanterías del comedor de casa formaban parte de una colección de libros
publicados por editorial Nauta. Eran dos elegantes ejemplares encuadernados en
un símil de piel en color rojo, decorado con motivos dorados en la portada,
lomo y contraportada. Sin embargo, lo más precioso de estos libros no era su
apariencia, sino su interior en el que destacaban unos dibujos sugerentes e
inspirados. En la época en qué leí esta obra aún no era consciente de la
importancia de los ilustradores, empecé a apreciar su trabajo con los dibujos
de María Pascual (por cierto, otra gran olvidada), pero, aun así, esas imágenes me atrajeron al instante.
El autor de estos cautivadores
dibujos fue Josep Narro, que firmaba como José Narro debido a la época que le
tocó vivir. Nació en Barcelona en 1902
y, según he averiguado gracias a la Enciclopèdia Catalana, se formó en esta
ciudad y también en París. En los años treinta publicó sus trabajos en el
semanario satírico L’Esquella de la
Torratxa e ilustró obras infantiles y didácticas. Más adelante, tras la
guerra civil, trabajó para el poeta y editor Josep Janés i Oliver y para la
editorial Joventut. Pero en 1952 se exilió a México donde colaboró en varias
revistas catalanas entre las que destaca Pont Blau, una revista cultural
escrita en catalán que se publicó en este país hasta 1963. Narro vivió durante
4 décadas en la ciudad mexicana de Guadalajara, donde falleció en 1994.
El tiempo, la distancia y,
sobretodo, las prioridades del voraz mercado se encargaron de borrar su nombre
del recuerdo, y no ha sido hasta hace unos años que alguien se ha decidido a
desempolvar la vida y la obra de Josep Narro. El artífice ha sido un destacado caricaturista, historietista y escritor mexicano que firma con el seudónimo de Rius, quien reivindica la figura del ilustrador en su libro El
maestro Narro, publicado en 2010 en México, según he podido descubrir
gracias a un artículo del historiador y escritor José
M. Murià. El
autor de El maestro Narro define al artista como “el mejor
ilustrador de Iberoamérica”. En este
artículo se explica: José Narro, el gran ilustrador.
Una de las muchas obras que ilustró fueron estos dos volúmenes de Las mil y una noches que hoy recuerdo, cuya lectura me transportó a un mundo exótico y mágico. Mucho más rico que las adaptaciones que, como la gran mayoría de niños, leí durante la infancia.
Las mil y una noches es una recopilación de cuentos tradicionales de Oriente medio hilvanados a través de las historias de Sherezade, hija de un visir persa y, muy probablemente, inventora de los cliffhangers. Esta heroína oriental ideó un ingenioso sistema para evitar que el sultán siguiese desposando cada noche a una mujer a la que ejecutaba al día siguiente, resentido por la traición de su primera esposa. Con este fin, Scherezade se ofrece como esposa y, noche tras noche, cuenta una historia al sultán cuyo final es interrumpido por el amanecer. Deseoso de conocer el desenlace, el monarca va posponiendo la ejecución de su esposa quien logra sobrevivir durante mil y una noches y acaba convertida en reina.
Las mil y una noches es una recopilación de cuentos tradicionales de Oriente medio hilvanados a través de las historias de Sherezade, hija de un visir persa y, muy probablemente, inventora de los cliffhangers. Esta heroína oriental ideó un ingenioso sistema para evitar que el sultán siguiese desposando cada noche a una mujer a la que ejecutaba al día siguiente, resentido por la traición de su primera esposa. Con este fin, Scherezade se ofrece como esposa y, noche tras noche, cuenta una historia al sultán cuyo final es interrumpido por el amanecer. Deseoso de conocer el desenlace, el monarca va posponiendo la ejecución de su esposa quien logra sobrevivir durante mil y una noches y acaba convertida en reina.
A esta técnica se la denomina “relato
enmarcado”, un recurso narrativo en el que los cuentos, en lugar de ser
independientes, generan nuevas tramas que llevan de un relato a otro antes de que
se conozca el desenlace del primero.
Aunque existen muchas versiones de Las mil y una noches y hay bastante
controversia en cuanto a su origen, según parece el núcleo de los cuentos lo
constituye un antiguo libro persa llamado Hazâr afsâna («mil leyendas»). Esta obra recogería
una serie de historias transmitidas oralmente, en las que se describe de forma
fantástica la India, Persia, Siria, China y Egipto del siglo IX. Unos cuantos
siglos más tarde, tras el éxito obtenido por el libro, se cree que algunos
editores pudieron haber agregado algún relato a la obra original.
Se dice que la historia que vertebra los cuentos, la de Scherezade, podría haber sido añadida en el siglo XIV. En cualquier caso, el sistema narrativo funciona y fluye de un cuento a otro con la destreza de una alfombra voladora.
Se dice que la historia que vertebra los cuentos, la de Scherezade, podría haber sido añadida en el siglo XIV. En cualquier caso, el sistema narrativo funciona y fluye de un cuento a otro con la destreza de una alfombra voladora.